martes, julio 16, 2019

No quería morder la manzana






                                                         Ilustración Nicoletta Ceccoli






No quería morder la manzana. Sólo de imaginármela mi boca comenzaba a salivar abundantemente. Sabía el final del cuento. Y aún así cada día estaba más tentada de probar su carne blanca. Imaginaba el estallido que se produciría en mis dientes al morderla, la frescura  con que su jugo se deslizaría garganta abajo, cosquilleándome en el estómago. Tendría que buscar una nueva excusa para no caer en la tentación.
Saldría al bosque como cada mañana. Recolectaría setas. Obviaría la manzana que cada día me ofrecía la  malvada bruja. Olvidaría  también que hoy su cuerpo era masculino y fuerte, vigoroso, de ojos grandes y sonrisa embaucadora. Aunque quizá- solamente  por esta vez- podría darle un pequeño mordisco.  Y quizás mi cuerpo comenzaría a girar endemoniadamente, convirtiéndome en la portadora de manzanas silvestres. Y tal vez, él no se podría contener y mordería la fruta madura.  Justo en aquel momento donde su cuerpo estallaría en mil pedazos cubriéndome la cara de plumas y ceniza.


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