domingo, enero 12, 2014

Hubo un tiempo fructífero

Hubo un tiempo  fructífero.
Los naranjos florecían regalando la fruta madura,
los ríos regaban la  tierra prometida
y en el viento las  semillas  navegaban germinando
en los campos sedientos  de nueva vida.

La contemplación se hacía presente,
el legado de nuestro universo,
el ser era uno fundiéndose en un mantra
donde se  proclamaba  una nueva existencia
permaneciendo alerta y en calma.

Hubo un tiempo donde nos conocimos
y nos hicimos inseparables.
Hablábamos con las estrellas,
recogíamos la chispa  divina
en los corazones;
íbamos y veníamos con las mareas.

En qué momento se quebró …
En qué lugar dejamos  de coexistir…
En qué punto nos alejamos …

Yo era en ti y tú estabas en mí.
Cómo no echar de menos la unión
para la que fuimos creados,
Cómo no recordar el silencio
donde se oye con  claridad
las voces de nuestros ancestros.
Cómo no recordar…