domingo, octubre 17, 2010

Te deseo...


                                                           Foto sacada de Internet



Te deseo- dijo con un susurro sutil, casi imperceptible.
No dije nada, sólo dejé que flotara en el aire el hilo de su voz suave, dulce como el membrillo.
Esperé que su cadencia se difuminara en el espacio común de nuestra habitación.
Y voló en el aire una décima de segundo, una eternidad para él, un paréntesis para mí; un inciso donde debería meditar si me quedaba con su fragancia para siempre, o si por el contrario escapaba tímidamente de su cuerpo varonil, tierno como una barra de pan recién horneada.

El esperó callado, quieto, toda la estancia congelada en el espacio y su voz resonando tadavía en mis oídos.
Esperó como quien espera por el suave aleteo de una mariposa.
Fue paciente hasta que mi cuerpo respondió a sus caricias.

Y el tiempo giró sobre sí mismo, dio una vuelta alrededor de nuestra cama y me destapó con un crujir de sábanas y de deseo.