Imagen de Lady Sybile
La volvía loca.
Su piel fina y sedosa, virginal. Sus pechos túrgidos y blancos como la
harina más pura. El aroma a fresa que deprendía su boca rosada. Sus ojos
rasgados, la profunda mirada. La curvatura de sus nalgas firmes. Los
pies pequeños de geisha. Un pubis aterciopelado como piel de
albaricoque. Su nombe, que le advertía de una belleza inusual: "
Katsumi".
Eriko adoraba la elocuencia de su habla, más aún cuando recitaba aquellos textos sagrados debajo de los almendros. Suspiraba por ella a cada minuto y a cada instante la observaba presa de un febril enamoramiento.
Pero Katsumi no sospechaba nada. Se antojaba distante y fría como los ríos que sorteaban el bosque en invierno. Parecía que no la viese cuando ella se acercaba con el té a media tarde, o cuando le preparaba un baño de sales al anochecer. Tampoco presentía el ardor de Eriko cuando le lavaba la espalda con sumo cuidado acarciándole cada vértebra. Ella, simplemente entraba en éxtasis con el contacrto del agua tibia. Y comenzaba a entrecerrar los ojos para vislumbrar su propio futuro en manos de alguien que supiera erizarle la vida. Sin embargo, una de esas noches estrelladas algo cambió. Eriko estaba de espaldas a la ventana entreabierta, mientras Katsumi tomaba su baño como de costumbre, cuando la estrella Vega iluminó el pelo sedoso de Eriko y ella se volvió mirándola con sus ojos color ámbar. Sus facciones le parecieron a Katsumi sorprendentemente hermosas- deseables- enigmáticas, y no pudo reprimir el ansia con que su mano iba acariciando con premura el escote de la servicial doncella.
Eriko adoraba la elocuencia de su habla, más aún cuando recitaba aquellos textos sagrados debajo de los almendros. Suspiraba por ella a cada minuto y a cada instante la observaba presa de un febril enamoramiento.
Pero Katsumi no sospechaba nada. Se antojaba distante y fría como los ríos que sorteaban el bosque en invierno. Parecía que no la viese cuando ella se acercaba con el té a media tarde, o cuando le preparaba un baño de sales al anochecer. Tampoco presentía el ardor de Eriko cuando le lavaba la espalda con sumo cuidado acarciándole cada vértebra. Ella, simplemente entraba en éxtasis con el contacrto del agua tibia. Y comenzaba a entrecerrar los ojos para vislumbrar su propio futuro en manos de alguien que supiera erizarle la vida. Sin embargo, una de esas noches estrelladas algo cambió. Eriko estaba de espaldas a la ventana entreabierta, mientras Katsumi tomaba su baño como de costumbre, cuando la estrella Vega iluminó el pelo sedoso de Eriko y ella se volvió mirándola con sus ojos color ámbar. Sus facciones le parecieron a Katsumi sorprendentemente hermosas- deseables- enigmáticas, y no pudo reprimir el ansia con que su mano iba acariciando con premura el escote de la servicial doncella.
Os relatos teñen un poder atrapante máxico. Paréceme tan difícil lograr contar unha historia onde está todo, onde non sobra nin falta nada.
ResponderEliminarEste teu relato ademáis de precioso é magnífico, Noraboa!!
Bicos
Moitas grazas balbi. Depois da poesía os microrelatos teñen para min un encanto especial.
ResponderEliminarmoitos bicos e boa semana que comeza.
Fermoso percorrido: das nádegas ata os pés, para volver (axiña, imaxino) ata o "aterciopelado albaricoque" do pubis...
ResponderEliminarSi, ao final é con premura, más ao empezo a lentitude é a qué marca o camiño. Gracias chousa e benvido de novo!
ResponderEliminarLentitude deliciosa culminada polas premuras saborosas.
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