Lo esperó desnuda en la noche, navegando en el mundo de los sueños. Su ansia proclamaba a los cuatro vientos un resurgir, iluminando de oro la oscuridad mas inmediata.
Esperó como quien espera un milagro, pacientemente. Descalza, invadiendo la estancia con sus pies orientales y entre las sombras, perfilando una silueta delgada de caderas sinuosas y pechos aún túrgidos.
Preparó el sake, rozó la taza de su amado suavemente.
Se miró al espejo, acarició sus labios coralinos y suspiró al descubrir leves pliegues pincelados en su frente.
Todavía se estremecía al imaginar el apetito entre sus dedos y recorría con su mente el cuerpo varonil hecho para sus manos pequeñas, descansando en el profundo abismo de su sexo.
Fantaseaba por un momento que el volvería envuelto en ojos y deseo.
Esperó como quien espera la lluvia en las estaciones secas.
Cuando ya el alba sorprendía sus cabellos revueltos y el rimel seco dibujaba un oscuro camino en sus mejillas pálidas aflojó su último aliento.
La más grande infelicidad es ser presa del temor cuando ya nada queda que esperar. (Séneca)
ResponderEliminarHas envuelto a la protagonista en un ambiente precioso y su descripción es tan sútil y delicada ...que no puedo entender que ese tipo la haga esperar un solo segundo, está loco¡¡¡ :)
Me gustó muchísimo Mariola....y ese castellano, oohhhh que maravilla jajajaja
Besito preciosa y te deseo una maravillosa semana
Es un texto muy muy bello. Me encantó. Aunque es muy triste, es una pena que tanto amor se desperdicie. Biquiños.
ResponderEliminarO verbo agardar conxúgase tamén con certa ledicia latente.
ResponderEliminar(Graciñas polas notas de violín que acompañaron o meu repaso polas mans pequeniñas, os pés pouco grandes e os peitos túrxidos da túa escrita)
Bicos